Siento como vibro y sólo lo quiero detrás, restregándose lentamente.
Y viene a mí, viene y va. Me gusta cuando vuelve.
De pronto, no hago más que sentirle explorar mi pecho,
pretendiendo arrancarlo,
sin saber que le pertenece, en instantes y a solas.
No sé cómo o por qué, me hace latir.
-Cuando lo sepa dejaré de volver.-
Soy quien va y vuelve
a mí.
Quiero probarle como si tuviese dos años y me despidiera
de la etapa oral, según Freud,
esa en la que los infantes a la boca todo llevan.
Probarle, así.
Hay un silencio repleto de todo lo no dicho.
Hasta que se estira.
La dignidad con la que se asume la circunstancia denota la ignorancia
y el valor.
-Se estira de nuevo, escribe-
Firma el contrato contigo mismo, hazlo sin presumir anhelos,
firma para que nunca hagas lo que no quieras, ni esperes
ni te conformes.
Firma, hazlo que siento como vibro
y lo quiero.
-Se contrae plácidamente-
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