Me gusta escribirte, me disfruto cada instante en el que vuelvo reflexivos a los transitivos, quizás porque me retuerce el principio de lo individual al no requerir un complemento para definirme o también puede que el autoconocimiento sea una invitación constante a hacer y recibir, directo y de inmediato, la propia acción que ejerzo. La naturaleza flexible de algunos generosos reflexivos, que pueden usar o no al pronombre en correspondencia y armonía con determinado sujeto, para transformar su esencia es tan admirable que me hace pensar en la filantropía (no la que se escribe en la bio de redes sociales sino la que nace desde la empatía y se realiza en la acción cotidiana); habla de la incuestionable capacidad (o necesidad) de adaptación a través de la versatilidad haciendo magia con el poder para dirigir conscientemente la propia forma, eso sí; con el respaldo del derecho a decidir, algo así como quien actúa de...
![Adelina Menéndez](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiDyxCjtCOxmJeMYCg_AIb_PwW1WolAMSDbzTI15Kctjqdyc8LC3kST0Jy0vEWsdu7u2eL0zoVAlgweLJM7B0w8415ltrRRVgkpLxPWygh6kLBx3nns6ySH38U9Xm8_aN7pvcbkFk65p5-/s1600/00000.jpg)
¿Te ha pasado que de pronto sientes que te vienes? Te vienes para estar como quieres. Vienes y sientes temor por el desastre que no es. Vienes a visitar lugares comunes, recuerdos. Te vienes encima, a carcajadas y uno que otro dolor. También me vengo, me derramo en letras. Voy y vengo entre cartas, a veces me pierdo y ella me rescata, me pregunta si disfruto el viaje. ¿Te pasa?